Nada es lo que parece en el universo de Alabaster DePlume. Y eso es parte de su innegable atractivo. Para empezar, ese no es su nombre real: es Angus Fairbairn. Tampoco pensó nunca en ser un músico de jazz, si es que así se le puede considerar: no empuñó un saxofón hasta tener 26 años. Es de Manchester, pero se mudó a Londres para convertirse en “una nueva persona” (el entrecomillado es suyo). Da la sensación de que todo le importe más bien poco, pero frecuentemente introduce comentarios sociopolíticos e incluso espirituales en sus composiciones. ¿Y lo del jazz? Eso es ser demasiado generosos: es solo una forma de llamar a su fórmula de música aparentemente anárquica pero adictiva, regida por su saxo y su spoken word. “A Blade Because a Blade Is Whole” (2025) es su seductor séptimo álbum de este saxofonista, poeta, compositor y activista británico: la excusa perfecta para tenerlo en Villanos del Jazz. Todo un género en sí mismo. Llamémosle “alabasterismo”.
Gus Fairbairn, aka Alabaster DePlume, has a pocketful of phrases that he uses all the time whether he’s walking down the street or holding court with musicians and an audience. For a long time the Mancunian would tell anyone who’d listen that they were doing very well. More recently, it’s another phrase which has a similar effect and which belies his unwavering commitment to personal vulnerability and collective politics: “Don’t forget you’re precious.”
A process that is people-first not product-first ensures that the music is unique; often gem-like. Alabaster DePlume’s songs are built on sonorous circular melodies and luminous tones that transmit calmness and generosity in warm waves – unless they’re raging against complacency and the everyday inhumanity of end times capitalism. Most importantly, he brings a valuable transparency to his work. “This is what I’m really doing,” he says. “I want to talk about why I’m doing this, and how I’m doing this.”